Manuel Olveira
Universidad de Barcelona
La crisis del arte y los cambios en los “modos” de ver y en los “modos” de producir cultura visual

Los “modos de ver” de las diferentes culturas y personas han variado a lo
largo del tiempo y han estado condicionados por múltiples factores. En este texto nos interesará discernir algunos factores y caracteres específicos del mundo en que vivimos para ser conscientes de cuáles son o podrían ser nuestros “modos de ver” y su influencia en todos los terrenos, en especial
en el mundo de los museos y en la educación artística.

Nuestro “modo de ver” o “punto de vista” está condicionado por nuestra
historia y nuestra educación; y en la medida en que la educación que recibimos esté más conectada con las condiciones del presente que habitamos, más adecuada será nuestra visión para vivir en el mundo, para entenderlo e incluso para transformarlo. Conseguir que la educación esté conectada a las condiciones de este presente veloz y cambiante que nos ha tocado vivir y crear, no está exento de problemas y tensiones:

implica una formación continua por parte del profesorado, una actitud muy flexible y desprejuiciada, una voluntad de cambio incesante (incluso voluntad de cambiar aquellas instituciones más perdurables como la institución museística o ciertas convenciones muy asentadas en la propia escuela) y una férrea intención de aprender nuevos parámetros desde los que pensar la cultura, las artes, la educación y todos los ámbitos de la vida.
En definitiva, el mayor conflicto es una elección: se trata de elegir entre una visión basada en el pasado para vivir el presente, o una visión del presente para crear el futuro, con todo el compromiso y riesgo que conlleva.

Algunos de estos conflictos son observables también en los propios generadores de la cultura. En el actual panorama cultural occidental podemos discernir dos posiciones: artistas convencionales que usan materiales tradicionales y conceptos asociados a las categorizaciones ilustradas sobre la escultura, la pintura, el dibujo, etc. (pensemos en criterios como la originalidad y la trascendentalidad), y artistas transdisciplinares que exploran nuevas configuraciones formales, nuevos materiales y soportes (en gran medida nuevas tecnologías que, por supuesto, no soportan bien los criterios ilustrados anteriormente nombrados),y los nuevos conceptos a ellos asociados.

En relación con esta idea, la citada distinción ejemplifica a la perfección el momento de cambio en que vivimos, producto de los roces y las tensiones producidos entre dos mundos culturales: la cultura alfabetizada visual y literariamente generada por la imprenta desde el Renacimiento hasta nuestros días (que conforma la visión más convencional y asentada desde la Ilustración), y la aparición de una nueva dinámica cultural producida por la alfabetización de la imagen y el sonido electrónico (que produce unos modos de ver radicalmente diferentes).

Ante este panorama de saludable crisis y confrontación de valores y estrategias, algunos artistas están proponiendo nuevos imaginarios y, aún más importante, nuevas ideas sobre la producción, difusión, circulación y consumo del arte y la cultura contemporáneos. A modo de ejemplo, las palabras de algunos autores dejan claras sus actitudes y expectativas ante unas ideas de arte, de artista y de producción/gestión cultural que tratan de reformular:

“Esta nueva situación genera inquietudes diversas entre los artistas, puesto que no todos se adaptan al nuevo entorno. No faltan quienes puedan pensar que el entorno telemático no ofrece posibilidad alguna para el desarrollo de un arte telemático, porque los cambios anteriormente mencionados destruyen pura y simplemente la noción de arte. Por mi parte, no pienso así. La presencia y la vecindad de la representación artística no es, a mi entender, una condición “sine qua non” para la existencia de arte. La organización de muestras artísticas en Internet, como por ejemplo CiberArt, enValencia, deja claro que algunos artistas están intentando expresarse en los entornos digitales. Lo que sí es cierto es que las nociones de autoría y de originalidad dejan de ser las dominantes, sin que en este momento quepa prever por cuáles otras van a ser reemplazadas”

Si bien es verdad que a nuestro alrededor todo ha cambiado y está cambiando a una velocidad vertiginosa, también es verdad que nuestro “modo de ver”, de acercarnos al arte y de comprenderlo se ha mantenido prácticamente inmóvil.

  Una de las conclusiones más notables extraídas del trabajo con el programa “Cambiar la mirada”, del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), es que la gran mayoría de la población ha cambiado su modo de vida y todo lo que le rodea, pero no su manera de mirar al arte. Y el arte ha cambiado en la misma medida en que lo ha hecho el mundo en el que vivimos.