A veces los historiadores aluden a una crisis de la representación
visual producto de la caída de los Grandes Relatos y de las compartimentaciones
y categorizaciones convencionales, pero en realidad a lo que asistimos
es a una crisis del arte como principal medio de producción de
representación visual.
Las vanguardias mantuvieron el estatus central del arte como generador
de cultura visual oponiéndose férreamente a la cultura visual
popular (la famosa distinción entre arte y artesanía o entre
arte y cultura mediática) y provocando que el arte sea entendido
como liberación y la cultura mediática o popular como alienación.
Pero este estatus lo ha perdido frente a la originalidad, frescura, capacidad
de cambio y adaptación continua ante nuevas situaciones propias
de campos como la publicidad o el diseño.
Algunas vanguardias y artistas (cubismo y Braque, dadá
y Schwitters, pop y Warhol, etc.) desplazaron el terreno del arte a nuevos
territorios, forzando sus fronteras hacia las imágenes populares
o mediáticas de la tecnología de la cultura visual. Pero,
sin embargo, estos nuevos límites nunca hasta ahora se convirtieron
en una negación de la legitimidad de los límites. De hecho,
se siguen manteniendo los límites entre la fotografía artística
y la documental, entre cine ¿de arte y ensayo?) y cine ¿de
entretenimiento?.
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Georges Braque,
“Viaduct at L’ Estaque” |
Kurt Schwitters, “Variation”
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Andy Warhol,
« Animal » |
Desde el pop, la dicotomía entre alta cultura y
“mass media” está siendo reconsiderada debido a la
idea de circulación de imágenes en las dos direcciones,
de forma que se contaminan y enriquecen las dos esferas con imaginarios
procedentes de ambos lugares (pensemos en el arte en la publicidad y la
publicidad en el arte). El proyecto “Lost in Sound” fue una
muestra patente de la (con)fusión entre la alta y la baja cultura,
y la anulación de las fronteras entre ambas en beneficio mutuo
Habida cuenta de todas las situaciones de contagio, hibridación
y pluralidad, tal vez ha llegado el momento de plantearse dejar de hablar
de arte y pasar a utilizar la palabra en plural: artes, o utilizar la
otra palabra: cultura visual que aumente el campo semántico para
ajustar el concepto a la realidad, o que al menos permita una multiplicación
de categorías referidas a lo que llamamos arte. E incluso deberíamos
obviar la separación entre las artes visuales y las auditivas porque
muchos de las productos culturales actuales (video-clip, video-creación,
CD-Rom, proyectos de Net.Art, instalaciones, fusión de Djs y Vjs,
etc.) se caracterizan por la contaminación entre imagen y sonido.
Dado que las prácticas artístico-culturales
actuales rompen con muchos de los conceptos tradicionales que habitualmente
relacionamos con el arte, tal vez debemos repensar la propia definición
de arte. Si todo continuase como hasta ahora, entonces podríamos
seguir usando la misma palabra “arte”, pero somos conscientes
de que todo ha cambiado, tal y como acredita el fenómeno del “post”.
En la dinámica de una sucesión imparable
de óbitos (la muerte del Arte, de la Historia, de la Modernidad,
de la Metafísica, de la Razón, del Sexo, de Dios o de la
Humanidad), hemos asistido perplejos a la caída del mundo que conocíamos
y de una manera de entenderlo y de relacionarnos con él. La consecuencia
de todos estos óbitos fue la aparición del prefijo “post”
en algunos de los conceptos que usamos debido, precisamente, a la conciencia
de que algo nuevo está ocurriendo, de la caducidad del modelo establecido
y la aparición de una situación diferente.
Esta fractura, a la que hemos asistidos perplejos y un
poco asustados, nos ha pillado sin recursos lingüísticos y
ante nuestra incapacidad para nombrar la novedad, le hemos colocado un
“post” a las palabras ya conocidas y nos hemos quedado un
poco más tranquilos, como el enfermo que ya conoce el nombre de
su dolencia y así se le hace más llevadera.
Es posible que la palabra “postarte”
resulte extraña, pero podría ser una salida tranquilizadora
ante la crisis que las transformaciones actuales están produciendo
en la añeja institución occidental del arte. El futuro traerá
nuevas realidades y nuevas palabras, y ante ellas es posible que los términos
“cultura visual” o “postarte” suenen ridículas
e inadecuadas, pero al menos habrán sido ejemplos de una toma de
conciencia y de actuación frente a lo que está naciendo
con fuerza.
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