Joseph Beuys

Filz-TV-Apparat
1968 Joseph Beuys



Hemos visto muy frecuentemente la introducción de monitores de televisión en obras de Fluxus, Otto Piene, Wolf Vostell o Joseph Beuys, entre otros muchos. En ellas, esta máquina de imágenes perdía su acostumbrada invisibilidad, llamando la atención sobre su presencia física y materialidad como artefacto concreto.

En el caso de aquella sustitución del cristal de la pantalla por un trozo de fieltro, que el Filz-TV-Apparat de Joseph Beuys de 1968 mostraba, se ensayaba además la negación del flujo y de la variabilidad de imágenes, empleando para ello un elemento aislante y conservador de temperatura y energía. Máxima estabilidad frente al carácter huidizo de la imagen televisiva.

Negación simultánea, por tanto, de la visibilidad de la imagen y de la invisibilidad del aparato. Las esperas múltiples del espectador y su incuestionable deseo de desaparición ya no son aquí saciados por la sucesión de instantes visuales y vertiginosas rupturas encadenadas a una continuidad de secuencias y rápidas transiciones

 

Filz-tv-Apparat

 

 

 

 

 

Joseph Beuys

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes facilitadas por Juan Martín Prada

El trasfondo de peligro inherente al "exponerse" ante el medio televisivo queda aquí invertido, al quedar la pantalla del aparato de televisión convertida en una barrera defensiva. Pantalla de protección de fieltro, paño no tejido, conglomerado de lana o pelo que sustituye, en una equivalencia opuesta en su total carencia de fluidez y dinamismo, a ese conglomerado de información, juego y banalidad que ha caracterizado, desde sus orígenes, al medio televisivo.

Pero no hay rechazo del medio por parte de Beuys, sino probablemente sólo de sus más habituales formas de uso y experiencia en la sociedad del momento. De hecho, parece haber en el fieltro como pantalla de Filz-TV-Apparat una probable referencia a la radiación energética propia del medio, una especie de gesto también de conservación o contención de ésta que no deja de sugerirnos una directa comparación con la función que el fieltro ejerce en la conservación de temperatura y hálito vital del cuerpo humano herido protegido y envuelto en él. Una cierta energética medial es aquí insinuada como elemento no carente, probablemente, incluso de cierto potencial iluminador.

Sin embargo, contemplando el arrinconamiento de la televisión hacia la pared que presenta Filz-TV-Apparat, su confrontación en la más próxima de las cercanías con el límite del espacio arquitectónico de la habitación, no cabe duda de que el espacio habitual ocupado por el espectador televisivo ha sido excluido, reducido hasta su imposibilidad. El espectador se halla forzado a mirar ahora esa pantalla de televisión lateralmente, casi por detrás, como si en ese cambio de disposición espacial se le planteara también secretamente la posibilidad de descubrir otras posibilidades, otras formas de percibirla y experimentarla.

Desplazamiento espacial del espectador que supone también, probablemente, la reclamación de su prioridad perceptiva frente al medio, opuesta a que sea la propia televisión la que en realidad nos perciba. No olvidemos que la viabilidad económica de la televisión depende cada vez más de un agenciamiento medial de la actividad de la percepción, constatada una y otra vez con aplastante obviedad en la medición de los índices de audiencia. Percibir al espectador delante del aparato de TV, someterlo como objeto de exposición a la agobiante lógica del consumo, cuantificar su inmovilidad en una determinada oferta televisiva, es la condición de posibilidad económica del medio.

Desde una posición probablemente más que coincidente con Beuys, la falsificación y explotación de necesidades reales y legítimas (entre las que probablemente pudiéramos incorporar la de un consumo moderado e inteligente), su perversión a través de los medios era, para Hans Magnus Enzensberger, la acción contra la que debe estar dirigida la crítica, que habría de abandonar aquella consideración de que el capitalismo vive del dictado o explotación de falsas necesidades (1). Probablemente Filz-TV-Apparat también nos esté advirtiendo que pretender el rechazo de estas necesidades no sólo sería engañarnos sino impedir cualquier vía para su eliminación. La orientación más eficaz de la crítica no podría ser, pues, la negación, la posición refractaria de las necesidades propias de nuestro tiempo, como muestrario de las falsificaciones de lo social, sino el de generalizar el convencimiento de la incompetencia de la llamada "industria de la conciencia" para satisfacerlas(2), la necesidad de una "revolución cultural" en su sentido más amplio, en la más ambiciosa y productiva de sus intenciones.


NOTAS

1.Hans Magnus Enzensberger, "Constituents of a Theory of the Media", en John Thornton Caldwell, Theories of the New Media, The Athlone Press, London, 2000. p. 68
2. Ibid. p. 64.