Esta
instalación interactiva, que imita el espacio
de una habitación, invita al espectador
a experimentar los estados de angustia y ansiedad
de Lorna, una mujer que vive en su apartamento
alejada de todo contacto con el exterior, víctima
de una forzada agorafobia, y en cuya vida la televisión
juega un papel esencial como elemento mediador
entre ella y el mundo existente más allá
de las paredes de su hogar.
El
espectador, a través de un complejo entramado
de cortes y alternativas de continuidad en la
narración, controlada por un interfaz interactivo
cuyo efecto guarda grandes similitudes con la
experiencia del zapping televisivo, se verá
confrontado con varios desarrollos y finales posibles
para la historia de Lorna, entre los que tanto
la muerte de la protagonista por suicidio como
la destrucción del propio aparato de televisión
por un disparo sobre él se presentan casi
como situaciones inevitables. Las ansiedades de
la protagonista y su relación con la televisión
se combinan con un paralelo intento de reconstrucción
de su historia y hábitos de vida por parte
del espectador también a través
del mismo medio. Por ello, en seguida se genera
un proceso de identificación de la experiencia
del observador con la experiencia de Lorna, el
sujeto observado.
El
zapping sirve aquí no para dejar de comprender
lo que a uno no le interesa de la oferta de las
diferentes cadenas televisivas, es decir, la permanente
discontinuidad por desinterés de lo que
uno está viendo o por tratar de escapar
de su presión comercial, aquello que no
quiere ver, sino para todo lo contrario: para
comprender la situación de una persona
a través de un permanente ir y venir a
diferentes retazos de su vida, para investigar
a través de pequeños indicios y
objetos, a través de pequeños acontecimientos
y ficciones.
No
es extraño que se haya definido el zapping
televisivo como la forma más básica
de interacción electrónica, en cuanto
que es fruto de un acto de selección en
tiempo real, donde la pasividad forzosa del espectador
es disimulada en la posibilidad de una alternatividad
nunca intencional, carente de verdaderas opciones
personales. Sucesión interminable de discontinuidades
y rupturas como verdadera continuidad del fluir
alienante de lo medial.
La
ironía y fuerte perversidad en la relación
entre las opciones ofrecidas al espectador y los
posibles finales para Lorna, y el consecuente
distanciamiento crítico que se produce
entre el espectador y el medio, aleja a esta obra
del característico fracaso de muchas de
las manifestaciones artísticas que han
adoptado la vía de la participación
interactiva electrónica como estrategia
central. Recordemos que la mayor parte de lo producido
hasta ahora en este campo no hace sino caer en
un mero intento de renovación del espectáculo
mismo, dado que apenas se suele conseguir algo
más que hacer evolucionar al espectador
pasivo hacia un espectador "más estimulado"
o hacia un espectador "agente activador de
acciones predeterminadas".
La
posibilidad de entrar en la vida de Lorna e incluso
alterar su final a través del interfaz
electrónico enlaza directamente con el
hecho de que en los medios el poder se administra
como capacidad, como ilusión de control(1).
Lorna nos recuerda muy bien que las motivaciones
políticas de los medios audiovisuales no
se reducen ya al ejercicio del control de la experiencia
sensorial ni a lo propiamente sensorial del control
político. De ahí quizá que
las tecnologías mediales no sean hoy ya
instrumento de la dominación, sino, más
bien, la formas de la dominación misma.
NOTAS
1.
Para Cynthia Cockburn "es una representación
del poder como capacidad, mientras que en el mundo
real el poder es a menudo experimentado como dominación"
("The circuit of Technology: Gender, Identity,
and Power", en John Thornton Caldwell (ed.),
Theories of the new media. A Historical Perspective,
The Athlone Press, London, 2000 p. 207). Según
Bill Nichols "el dialogo cibernético
podría ofrecer libertad de muchos de los
riesgos aparentes inherentes al encuentro directo,
ofrece la ilusión del control" ("The
Work of culture in the Age of cybernetic Systems",
Ibid, p. 98.