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Open_source, Vivian Selbo
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io_lavoro_inmateriale,
Knowbotics Research
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Disseminet,
Beth Stryker & Sawad Brooks
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The
net.INSTITUTE as urban interface,
Luther Blissett
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He
subrayado que la televisión produce dos efectos.
Por un lado rebaja el derecho de entrada en un número
de campos: filosófico, jurídico, etc.
[...]. Por otro, dispone de los medios para llegar
al mayor número posible de personas. Lo que
me parece difícil de justificar es que se
utilice la amplitud de la audiencia para rebajar
el derecho de entrada en el campo. [...] Se puede
y se debe luchar contra los índices de audiencia
en nombre de la democracia.
Pierre
Bourdieu, Sobre la televisión.
<!--"
THE PIONEERS OF NET ART IN ONE VOICE TELL US THAT
IT HAS DIED." ///-->
Eldar
Karkhalev, Notepad.
No
más TV. No se trata de negar las cualidades
del dispositivo como instrumento de comunicación,
de interacción social, de democratización
de la experiencia cultural: se trata de cuestionar
radicalmente los mecanismos que regulan su existencia
real en un contexto de libre mercado (el que hay,
y la cosa va para largo), toda vez que ni existe
ni parece que vaya a existir ya más la posibilidad
de que su existencia social efectiva vaya a contemplarse,
salvo si acaso excepcionalmente (en zonas aisladas
como los festivales, ok), en términos de
servicio público, como territorio genéricamente
protegido por algún proyecto revisado de
estado del bienestar, quiero decir. Basta por tanto
de acariciar fantasías que nunca se dan,
se han dado o se darán, y de amparar y legitimar
bajo su paraguas realidades tan nefastas y denigradas
como las que, día a día, sufrimos.
Se acabó. Pensar en una TV que realice o
pueda realizar un servicio positivo a los objetivos
de democratización del espacio social es
ponerle una vela al aparato de control, poder y
desarme ciudadano que más poderosa y terriblemente
esquilma en nuestros días el tejido social
y evapora en él toda posibilidad de trabajar
por un proyecto de democratización concreta,
el dispositivo que más sangrantemente estrangula
cualquier posibilidad de comunicación auténtica
en el espacio público. La pregunta de qué
acción es posible en la esfera pública
no tiene respuesta en el ámbito de la TV
-como no sea: anti-TV, microTV, TV no guiada por
la ley que define a la TV, la ley de
la audiencia. Bajo su gobierno, bajo el gobierno
de esa ley, la TV no crece ni puede crecer sino
como instrumento de control y degradación
de la experiencia, como dispositivo de aculturación
brutal, como aparato productor de masa ciudadana
inerte, negador de toda socialidad. Ningún
otro canto por tanto, para cualquier mirada crítica,
que el de no más tv. O lo que
es lo mismo: apostemos por una contra-tv, por una
anti-tv, por una micro-tv que practique la diseminación
proliferante de los microdispositivos de la interacción
pública, de las pequeñas unidades
de acción comunicativa. Segmentar, micronizar,
cortar y dispersar siempre, allí donde la
gran máquina del capital globaliza, produce
imperio, masa humana adormecida. Cualquier ilusión
universalista en la producción del dominio
público, de la Comunidad Ideal de Comunicación,
de la Razón Pública, no viene sino
a sacrificarle al populismo demagógico de
la universalidad del acceso el propio ejercicio
intensivo de la experiencia. No hay política
sino demagogia- allí donde se sacrifica
lo intensivo a la cantidad. No, no más TV.
#
Cada
medio realiza la ley del que le precede, la modernidad
parece consagrar la regla historizada de una acción
diferida. Así que es preciso extremar las
alertas para que las nuevas ilusiones utopistas
proyectadas alrededor de los nacientes new-media
no acaben derrumbándose sin avisar, al paso
del famoso ángel del progreso, para acabar
entregándonos un presente sucumbido entre
ruinas que no realizan sino la ley del medio
anterior.
De
una hermosa manera invisibilizando el mensaje
y deslizándolo sólo a ojos de quien
sepa indagar el código fuente- Eldar Karkhalev
nos recuerda (en la misma pieza que hemos seleccionado
para este proyecto) que el tiempo en que alrededor
del net.art, y de internet más en general,
proyectábamos y veíamos proyectarse
utopías sugestivas es un tiempo cumplido,
que ha quedado atrás. Como quiera que sea
es preciso intervenir ahora bajo nuevas leyes y
con otra conciencia pues en todo caso nos
referimos a algo que ya es totalmente imposible
de parar. La ilusión de una zona temporalmente
autónoma, de un dominio ajeno a la territorialización
de mercado e institución es una ilusión
definitivamente imposible de sostener. Si durante
unos años internet ha sido un territorio
al que las industrias volvían la espalda
(y esto parece obligado recordarlo: durante un tiempo
sólo las instituciones educativas no
las de este país, desde luego- y grupos marginales
de la sociedad civil se interesaron por internet),
es inevitable hoy ser consciente de que internet
es el lugar en el que se llevan a cabo las operaciones
financieras más importantes y decisivas,
el dominio en el que se estructura toda la reorganización
de las nuevas economías. Que en ese contexto
de transformación sobrevivan ilusiones de
anticomercialismo o independencia resulta, cuando
menos, ingenuo, si es que no interesadamente legitimador.
No únicamente una zona integrada: inernet
es, por excelencia, el principal territorio de operaciones
en que se están decidiendo las estrategias
a largo plazo de los más grandes imperios
de la comunicación (de la in-comunicación,
debería decirse) y las más poderosas
industrias de la cultura (in-cultura, debería
decirse) de masas es el lugar mismo en que
la actual se apoya para autodefinirse como sociedad
del conocimiento, sociedad del capitalismo
cultural. Que ellas esas macroindustrias de
la nada- impongan por tanto su ley esa ley
del sacrificio de la calidad intensiva a la magnificación
cuantitativa de las audiencias- parece poco menos
que inevitable... Dicho de otra manera: que internet
se televisice, se someta a las lógicas del
medio de comunicación de masas, parece, ciertamente,
su más inmediato futuro. Y es justamente
por ello que hablar de <no+tv>, a propósito
precisamente de internet, tiene hoy todo el sentido:
reclama una política de intervención
inmediata, y urgente, en un territorio en el que
la lucha, todavía, está abierta. O
en el que, cuando menos, es preciso intervenir para
mantenerla operativamente abierta ...
#
Para
ser el del net.art- un territorio tan joven,
demasiado pronto se ha visto asaltado por peligros
demasiado profundos, por simas demasiado magnéticas.
Ni el de la institucionalización precipitada
ni el de una comercialización que no acaba
de encontrar sus fórmulas resultarían
por sí mismos tan peligrosos si no fuera
porque ambos procesos van a atravesar la imposición
regulativa de la ley de la TV- gran audiencia.
Que el net.artista se vea obligado a sacrificarle
a ese objetivo cualesquiera intenciones críticas
vinculadas a la intencionalidad expresiva,
a la productividad del sentido o a la intensificación
de la experiencia- es algo que deriva en la enfermedad
más evidente que aqueja al net.art en nuestros
días: el neoformalismo esteticista. Revestido
de un guiño complaciente a la nueva cultura
juvenil (al mercado del nuevo consumo juvenil),
el esteticismo tecno invierte tanto en la forma
y el diseño vuelve aquí a ser
la peste- como poco o nada en los contenidos. De
ahí que el net.art esté fracasando
estrepitosamente en devenir justamente lo que abanderaba
criticar: una producción institucionalizada
de los últimos objetos hueros que abastecen
a la institución arte, y por ende al mercado.
Objetos animados y que reclaman nuevas formas de
expectación y comercialización, sí,
pero únicamente eso al fin y al cabo. En
un momento en que las prácticas artísticas
viven un proceso de transformación tan intenso,
resulta desconcertante que una nueva práctica
nacida en un territorio tan inicialmente poco condicionado,
esté invirtiendo tanto de sus energías
únicamente en resolver, por encima de todo,
la forma de su vertiginosa absorción ...
La selección que proponemos se posiciona
en el extremo más alejado posible de todo
ese neo-esteticismo, por completo al margen de cualquier
formalismo, de cualquier concesión a la espectacularidad
o el efectismo de las apariencias. Al contrario,
nos interesan las obras que investigan en interfaces
secos, antidiseñados, espacios que lo sacrifican
todo al contenido, a la apertura de espacios de
intervención, diálogo y comunicación.
Creemos que la lógica de la TV se rompe sobre
todo en dos fronteras: primera, la que abre hacia
el propio espacio de lo social; y segunda, la que
abre hacia la escena del diálogo, del intercambio
en lo público de la escritura. Los trabajos
que reunimos podrían alinearse en esas dos
direcciones, si bien dispersándolas en un
aglomerado muy dispar de formas de hacer y operar
-siempre singulares.
Trabajos como los de Dora García, Alicia
Framis o Disseminet apuntan desde la red hacia su
exterioridad, la del espacio social, y es por su
relación con éste que cobran sentido.
Otros, como nettime-latino, ::eco e-panel:: o la
extensión de The Thing en issola nella rette,
trabajan en la producción de esfera pública,
en la generación de medios participativos
que permitan un fluido intercambio y contraste de
las opiniones. Los trabajos del Critical Art Ensemble,
Knowbotics Research, Schema, La Société
Anonyme o el net.institute de Luther Blisset problematizan
autorreflexivamente llegando algunos de ellos
de modo explícito incluso a la recuperación
del género manifiesto- el trabajo en la red,
cuestionando expresamente cualesquiera tópicos
heredados, mientras que un bloque final de net.artistas
"puros", casi todos provinientes de la
época dorada del periodo heroico, o bien
persevera en indagar sobre el posible carácter
utópico de la obra net (tal es el caso de
la Página Universal de Bookchin y Shulgin
o del Open Source de Vivian Selbo) o nos encarecen
a perseverar en la tensión creadora pese
a reconocer el halo de un fracaso anunciado cerniéndose
sobre el espacio de la web (como es el caso de la
pieza, ya aludida, de Karkhalev).
Como quiera que sea, este conjunto de investigaciones
apuntan a una órbita de expectativas muy
abierta y casi diría que irrenunciable cuando
se trabaja crítica y activistamente en el
ámbito de la esfera pública-: la de
hacer emerger estructuras desjerarquizadas de medios
que sean capaces de permitir una comunicación
intensificada en el espacio público entre
sujetos de experiencia, conocimiento y pasión,
acariciando todavía aquella idea vanguardista
de la comunidad de productores de medios. Si ya
no puede trabajarse con el entusiasmo destilado
por una credulidad ingenua (o hipócrita)
en la realizabilidad definitiva de ese sueño
sueño de autonomía y universalidad-,
estas investigaciones perseveran en el trabajo negativo,
en la resistencia activista, evitando por un lado
embriagarse con el perfume de imposibilidad que
envuelve su horizonte frustrado y por otro entregarse
a ese destino integrado en el que todo esfuerzo
crítico acaba viéndose desarmado,
rendido y amordazado. En el camino, el estribillo
que resuena de su canto de guerra puede que diga
no + tv.
José Luis Brea
<acceso
a la exposición>
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