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7. La interfaz y la no transparencia del código.

La interfaz es el espacio donde se encuentran el hombre y los contenidos del ordenador, entendidos estos en su sentido más amplio. Si accedemos, en general, a través de las configuraciones espaciales y temporales al conocimiento, la interfaz es justamente la superficie donde se ofrecen los índices formal o informalmente expresos en los que se articula toda una obra, y donde tienen lugar las actividades del usuario interactuando con la obra, ya sea preexistente o generada dinámicamente y en tiempo real. En todo caso es el programador el que establece las condiciones, reglas o procedimientos preexistentes o al menos iniciales que controle el programa informático que controle todos los datos.

La interfaz es así en sus múltiples manifestaciones preexistentes, estáticas y dinámicas, una metáfora espléndida de las formas en que construimos el saber. En su idea más estimulante y más creativa la interfaz puede seguir el modelo de la vida artificial y de la evolución explotando sus enormes posibilidades creativas para el usuario. Sí lo describe Lev Manovich (2005, 116) La idea de la vida artificial es que la interacción entre varios objetos simples en el tiempo de ejecución lleva al surgimiento de comportamientos globales complejos. Se trata de comportamientos que sólo se pueden obtener en el transcurso de la ejecución de un programa informático, sin que se pueda predecir con antelación. En cuanto al paradigma de la evolución, aplica la metáfora de la teoría de la evolución a la generación de imágenes, formas, animaciones y otros datos mediáticos. Los datos iniciales suministrados por el programador actúan como un genotipo que el ordenador expande hasta convertirlo en un fenotipo completo. En todo caso el interfaz pone de manifiesto que se trata de un sistema de colaboración, dialógico entre el autor de la obra, el contenido y el usuario. Pero este concepto ya había sido suficientemente desarrollado por Bettetini ( 1986) en su Conversación Audiovisual . Lo que los nuevos medios traen de nuevo es la materialización misma de esa conversación en las tablas del interfaz.

Ahora bien, si ninguna tecnología es inocente. El interfaz tampoco lo es, no se trata de un código transparente, sino más bien, de un filtro, un filtro cultural, que matiza y hasta tematiza el contenido mismo. Es una interfaz. Un lenguaje de interfaces culturales.

Los contenidos educativos interactivos elaborados por el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa responden a varios principios, entre otros, a la conveniencia de facilitar las visitas de los alumnos, los profesores y los públicos en general, de una forma diferenciada con accesos propios, específicos y privativos. Pero desde ese acceso también poder acceder a contenidos comunes otra vez igualmente organizados según el nivel, la materia, la naturaleza curricular y el tipo de actividad exigida. La navegación, la funcionalidad, la estrategia educativa y la misma estética determinan la interfaz, y esta se convierte a la vez en signo y síntoma de un modo de estar, ser o ver el mundo, o más modestamente, la educación.

La estética de las interfaces se ha diversificado bajo principios de simulación de la realidad o de su abstracción, de estéticas innovadoras o convencionales y ha multiplicado su capacidad funcional ya poniéndose al servicio de los menús de la página web o del programa informático, ya de la navegación, ya de finalidades puramente estéticas.

Los investigadores en desarrollo de tecnología digital están trabajando cada vez más para que el acceso a los contenidos y servicios de la Web sean cada vez más transparentes, es decir, para que los usuarios accedan más directamente a las TIC sin necesidad de aprender procedimientos relacionados con el uso de la tecnología. Todo el esfuerzo irá orientado a la adquisición del saber mismo o al uso de la comunicación o de los servicios digitales en general. El objetivo es que la tecnología se haga realmente transparente. Sin embargo esta transparencia tecnológica puede hacer invisible también la mediación que ejerce la tecnología en el conocimiento y la comunicación, y poder llegar a confundir, por ejemplo, lo simulado con la simulación misma o viceversa; poder perder el horizonte de lo real actual en la transparencia de lo virtual.

La interfaz ideal, dice Nicolás Negroponte (199, 124),es aquella en que los ordenadores sean más como las personas (...) La interfaz hombre-ordenador futura se basará en la función de delegar, no en la vulgar manipulación directa( apretar, soltar, hacer clic) ni en las interfaces de ratón (...) Ya sea por medio de la transmisión de un cristal líquido o de la resonancia de un generador de voz, la interfaz necesitará el tamaño, forma, color, tono de voz y toda la restante parafernalia sensorial. Y es que hay muchas personas que no quiere hablar con las máquinas. Cada vez más queremos que la integración de las tecnologías en la vida, estén dominadas por la vida. Que la tecnología sea transparente, que el ordenador, como ha dicho Donald A. Norman (2000), sea invisible. Y la solución está en las aplicaciones informáticas.

 
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