Juan Carlos Arañó
Universidad de Sevilla
(Re)actualizar la educación artística


Es difícil determinar el sentido que la Educación Artística tiene para nuestra sociedad.
Nuestro punto de partida podría ser una valoración sobre las formas de enseñanza que se han venido sucediendo en este campo, cómo ha quedado reflejado el sentido social en las distintas soluciones para la escolarización del arte, qué tipo de relación mantenemos con el resto del saber humano, o qué relación guarda todo ello con las TIC.

En España el tipo de Educación Artística que se ha venido implementando ha mantenido un concepto y métodos muy similares a lo largo de su historia, sin variaciones ni alteraciones profundas, y también sin apenas diferenciar entre el tipo de instrucción artística que debe recibir un ciudadano en la educación general o la que pudiera requerir un profesional de las artes.

Una educación artística así concebida no conecta con el público porque no aprovecha los recursos y las técnicas que le ofrecen otras disciplinas, ni se ocupa de asuntos propios de la vida. Los criterios y temas que destaca siempre remiten a cuestiones de estilo y escuela, primando la personalización y cualificación técnica de los procedimientos artísticos, aspectos muy lejos de caracterizar e interesar a la práctica artística actual (J. C. Arañó, 1996).

Está cambiando la racionalidad en nuestros tiempos y la artística, especialmente, está siendo muy sensible. Es muy posible que estos cambios en vez de remitir en el futuro se acentúen hasta transmutar sus intenciones y su función, y es evidente que el mundo escolarizado también está en transformación. Las TIC favorecen nuevas formas de acceso a la información y a las imágenes, nuevos estilos de razonamiento y de conocimiento, como la “simulación”, que se erige en una verdadera industrialización de la experiencia del pensamiento, que ya no concierne ni la deducción lógica ni la inducción (P. Levy, 1997).

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Salvando la diferencia que debe existir entre una Educación Artística profesional para artistas y la destinada a los ciudadanos en la educación general, está claro que la “instrumentalidad” o manipulación procedimental de las artes ya no tiene sentido. Así pues, la alternativa de la formación artística pasa por la capacitación intelectual y la culturación visual. Sin duda para que esto suceda sería necesario una organización institucional que hoy día no existe en nuestro país y probablemente una refundación categorizada y sistemática de los tipos de “educaciones artísticas”, atendiendo a planteamientos conceptuales y funcionales. Muy probablemente las TIC implicadas en esa Educación Artística futura serían poderosas aliadas, dimensionando a ésta como una auténtica Zona Temporalmente Autónoma.

El discurso del arte actual vuelve a estar implicado en la vida y el mundo y, como éstos, se encuentra fragmentado en muchas direcciones, incluyendo nuevas perspectivas y valores como las diferencias étnicas o de género o las de clase, como la vida misma. La Educación Artística debe buscar y comprender los nuevos significados metafóricos de la cultura visual de nuestro tiempo y reconocerlas en su contexto civilizador y de progreso (I. Agirre, 2000), puesto que las obras artísticas de hoy son los elementos que nos llevan a reflexionar acerca de las formas de pensamiento de la cultura en la que se producen (F. Hernández, 2000).