Nicolás Lorite García
Profesor Titular de Comunicación Audiovisual,
Doctor en Ciencias de la Información y
Director del Observatorio y Grupo de Investigación de
Migración y Comunicación (MIGRACOM) Universidad Autónoma de Barcelona
 

Un mirada condicionada por las rutinas productivas


A pesar de que en el estudio del 2002 se observa la tendencia creciente a mostrar la inmigración desde varias ópticas y temáticas, y que se constata el esfuerzo de los periodistas por tratarla adecuadamente, se sigue llegando a la conclusión de que las rutinas productivas de los medios siguen fomentando y reproduciendo un discurso informativo (textual, visual y sonoro) demasiado fragmentado y eurocéntrico de la realidad de los inmigrantes no comunitarios.

De todas formas, conviene decir en favor de los diferentes periodistas españoles, enfrentados a la necesidad de informar sobre temáticas tan difíciles de abordar adecuadamente como la inmigración, que muestran un interés creciente por abordarlas desde propuestas de calidad informativa. Son partidarios de contrastar fuentes, por ejemplo, pero reconocen que muchas veces no disponen del tiempo necesario para dar con ellas. La voz del inmigrante no suele aparecer en la misma proporción que la fuente oficial. Lo mismo pasa con la imagen. Es más fácil reproducir una foto de un político hablando sobre la reglamentación de los inmigrantes que un inmigrante hablando sobre una reglamentación que va destinada a regularizar su situación.

Ningún periodista, que se sepa, aboga por la discriminación racial. Todos desean respetar la diversidad cultural y transmitir la realidad multicultural real, ateniéndose a las sugerencias de manuales de estilo como el que impulsan en el año 1996 desde el Colegio de Periodistas de Catalunya, en una sesión de trabajo, celebrada el 15 de octubre, con especialistas y políticos del Departament de Benestar Social de la Generalitat de Catalunya e investigadores y profesores del MIGRACOM de la UAB. Pero, a menudo, se produce una discriminación involuntaria al transmitirse la realidad multicultural desde el punto de vista occidental, europeo, en el que ha sido formado, incluso puede derivar en un cierto tratamiento “paternalista” o positivo “benefactor” al intentan comprender de golpe, casi con la premura que requiere la actualización de la información de las nuevas realidades en los medios, los códigos culturales, lingüísticos y comunicativos de esos “otros” ciudadanos recién llegados a una civilización europea en continua transformación.

Tampoco hemos de olvidar que son comunicadores que cubren dichas temáticas desde unas rutinas productivas condicionadas por las clásicas limitaciones espacio-temporales, y soportan unas reducciones continúas de presupuestos y platillas en los medios de información que tienden a convertir al periodista en un superhombre pobre especializado en todo.