Juan Martínez - Val
IES “Puerta Bonita”. Madrid
Legibilidad óptica


La legibilidad óptica trata de la capacidad del lector para distinguir signos, lo cual depende de sus habilidades para hacerlo y del tamaño y forma de los signos. Es el nivel más bajo de análisis de legibilidad toda vez que leer es distinguir entre signos, pero también mucho más que eso.

La legibilidad óptica es de gran importancia en los rangos extremos de edad: niños pequeños y personas mayores. Las capacidades perceptivas humanas experimentan notables variaciones que pueden alterar todo el planteamiento de un documento.

La Figura 2 muestra un gráfico en el que se puede apreciar cómo la separación entre dos elementos (dos líneas) parece mayor a medida que ampliamos la imagen. Es decir, los efectos perceptivos rara vez siguen una pauta homogénea de variación. Es decir, un texto que funcione bien en grande, no hay ninguna garantía de que siga haciéndolo cuando lo reducimos.
Figura 2
 

Ópticamente, podemos decir que hay tres aspectos que influyen de manera categórica en la legibilidad.

  1. Que entre los signos y el fondo exista suficiente contraste.
  2. Que los signos se diferencien entre sí.
  3. Que no haya semejanzas estructurales equívocas.
La Figura 3 muestra ejemplos de cada una de estas características.

Evidentemente, en los signos del alfabeto, que se han creado mediante transmisión cultural, nuestra capacidad de acción es escasa. Pero si tenemos más capacidad de decisión a la hora de elegir fuentes tipográficas bien diseñadas, que diferencien adecuadamente entre los caracteres. Un ejemplo histórico: el punto de la «i» minúscula, que es un invento medieval, no latino, se introduce cuando en las letras textura (góticas) resulta complicado distinguir el trazo vertical de la «i» sin punto de los trazos sucesivos de la «m» y la «n».
Figura 3
 


Si continuamos con el tema de los signos del alfabeto, hallamos que su estructura no informa de manera homogénea sobre cada uno de los caracteres. En términos generales, podemos decir que la zona superior de los signos es más informativa que la zona inferior (Figura 4) y que la zona derecha es más informativa que la izquierda. Una palabra de la que sólo vemos la parte inferior resultará complicada de leer. Una tarea que se facilita si mostramos la parte superior.
Figura 4


También podemos añadir que, en términos generales, el creador de documentos pedagógicos debe preocuparse más de la anchura de las letras que elige que de su altura, ya que influye más el ancho que el alto en la distinción óptica de los signos del alfabeto (Figura 5). Letras levemente estrechas pueden ser muy útiles para ahorrar espacio, pero pasado un cierto punto, el reconocimiento de los signos pasará a una fase crítica.
Figura 5