Existen dificultades, problemas, inconvenientes, etc., de los que entresacamos
algunos de los que venimos detectando en la fecunda, exagerada, diversa
y animosa floración de propuestas de instituciones, programas y cursos
de educación a distancia, más o menos denominados como virtuales,
sin aulas, online, de teleformación, e-learning, teleaprendizaje/teleenseñanza,
basados en la web/Internet, de enseñanza distribuida, etc., etc.
Pretendemos en estudios posteriores (algún nuevo libro de futura
aparición) penetrar en esta problemática, con el fin de sugerir
posibles remedios a tantos males. Algunos defensores a ultranza de lo que
denominan "nueva educación", cifran ésta en el uso
indiscriminado de tecnología, deduciendo que ese cambio lo es también
de las mismas bases o principios pedagógicos.
Y la realidad es que cada vez son más numerosas
las instituciones (universitarias o no) que están introduciéndose
en la aplicación de tecnologías para impartir una enseñanza
no presencial. Y lo malo es que buena parte de estas instituciones presentan
como indicador de calidad el uso de estas tecnologías, sin detenerse
en verdaderos análisis de la calidad de sus aplicaciones, pertinencia
y coherencia. En fin, enumeremos algunos de los peligros que venimos detectando
e algunas aplicaciones de estas tecnologías al mundo de la educación:
- Es cierto, como ya afirmamos, que las tecnologías,
Internet y la sociedad de la información ofrecen inmensas posibilidades
a la educación, pero la educación supone algo más
que presentar un escaparate de informaciones. La educación, culmina,
o debe pretender, la adquisición de conocimientos, sabiduría,
habilidades, valores, hábitos, autonomía, libertad, sociabilidad...,
y las tecnologías, Internet, la información, en sí
mismos, no son educación.
- Los sistemas de información, por muy sofisticados
que sean, no son per se sistemas de aprendizaje. Y existe la idea generalizada
en muchos ámbitos empresariales, e incluso docentes, de que difundir
información y utilizar modernos sistemas de comunicación
supone disponer de un sistema de aprendizaje, incluso para muchos, modélico
y sobre todo actual o moderno.
- La pedagogía tradicional está muy
arraigada en los cuadros de docentes y formadores como para propiciar
cambios verdaderos, innovadores, basados en las tecnologías.
El peligro será plasmar en la red un modelo de pedagogía
reproductora y similar a la que ya se venía impartiendo en forma
presencial.
- Son muchos los que piensan que por el hecho de
utilizar tecnologías están renovando propuestas pedagógicas,
cuando esta renovación siempre va a sustentarse en el saber,
saber hacer pedagógico y actuar de los propios docentes. Los
saberes, intenciones y prácticas del docente serán antes
y más importantes que el soporte tecnológico.
- Los docentes no están preparados, en muchos
casos, para utilizar las tecnologías, ni siquiera a nivel de
usuarios avanzados. Los estudiantes, generalmente van por delante dando
lugar a las situaciones ridículas que esta circunstancia puede
generar.
- Se están soportando gran cantidad de acciones
formativas en tecnologías o en opiniones de los informáticos
o expertos en red, en lugar de hacerlo en sólidos diseños
proporcionados por la ciencia pedagógica o la Psicología.
- Con el objeto de mostrar las grandes posibilidades
de la red, se llega a ofrecer a los estudiantes tal cantidad de información
no debidamente seleccionada ni sistematizada que puede saturar, confundir
y desorientar. Ni la escasez de información es buena, ni tampoco
la sobreabundancia desordenada; como no lo es la pasividad total ni
la atropellada hiperactividad; ni la sequía, ni tampoco la tempestad.
- Se confia en exceso en el efecto motivador de
las tecnologías. Ello puede valer para una motivación
inicial, pero una sostenida motivación de mantenimiento requiere
de algo más que navegar sin sentido por el maremagno de la red,
visitando sitios más o menos estimulantes.
- En numerosas instituciones se parte del absurdo
presupuesto de creer que los formadores están preparados no sólo
para usar las herramientas, sino para darles una aplicación didáctica
.
- La mayoría de las propuestas formativas
apoyadas en tecnologías no parten de análisis rigurosos
fundamentados en necesidades, disponibilidades, procesos, costes, previsión
de resultados, etc.
- Se llega a despreciar las tecnologías analógicas
más convencionales, perdiéndose así posibilidades,
si no más económicas, sí de mayor disponibilidad
por parte de los destinatarios de la formación. Y, en todo caso,
las tecnologías digitales incorporan e integran estas otras tecnologías
que venía utilizando y sigue haciéndolo, a veces con gran
acierto, la educación a distancia de generaciones anteriores
(García Aretio, 2001).
- En fin, al pensar que la tecnología lo
es todo, se ignoran los verdaderos principios pedagógicos que
avalan las buenas prácticas educativas, sean éstas presenciales,
a distancia (convencional) o basadas en Internet. Insistimos: esos principios
poco cambiaron, aunque precisan de adaptaciones a las que obligan los
ingentes recursos de que ahora disponemos.
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No olvidemos
que los medios, e Internet lo es, son sólo un elemento, instrumento
o variable curricular más, muy significativos eso sí,
pero una variable más al fin y al cabo, que deberemos movilizar
cuando los objetivos, contenidos o problemas comunicativos a resolver
así lo justifiquen (Cabero, 2001) y no por moda.
Además de los problemas enumerados,
de componente más pedagógico, también existen
otros a los que habrá de hacerse frente, referidos a la integración
de las tecnologías en los procesos de educación a
distancia, algunos de ellos, como podrá apreciarse, problemas
que ya existían con la educación a distancia de corte
más convencional:
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- La falta de normatividad que regule las ofertas
educativas, fomente buenas prácticas y persiga el fraude.
- La resistencia a las prácticas de acreditación
y evaluación como instrumentos esenciales para asegurar permanentemente
la calidad y los procesos de reorganización de las instituciones
a distancia.
- La falta de capacidad de las instituciones para
transformar y actualizar su estructura organizativa, sus procesos de
aprendizaje y sus programas de reclutamiento, formación y actualización
de profesores, investigadores, directivos y administrativos.
- La desconfianza que aún muestran las autoridades
de bastantes países ante esta modalidad educativa.
- La problemática que genera en autores
y docentes todo lo relativo a la propiedad intelectual, derechos editoriales
y de autor.
- El bajo nivel de cooperación interinstitucional.
- La escasez de acuerdos internacionales que permitan
la homologación de títulos obtenidos en instituciones
de otros países.
En fin, éstos y otros problemas y dificultades se
presentan en ocasiones por falta de previsión, análisis
de sus posibilidades, escasa preparación de los responsables de
integrar estas tecnologías a los procesos de enseñanza y
aprendizaje, etc. Aunque no olvidemos que a estas debilidades se le suman
con demasiada frecuencia la falta de apoyos institucionales, gubernamentales
y sociales.
Por centrarnos en los aspectos meramente pedagógicos,
entendemos que los cambios aludidos que, indudablemente supone la integración
(que no mera incorporación) de las tecnologías avanzadas
a la educación a distancia, destacaremos algunas acciones que pueden
suponer mejora en estos procesos.
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